De un sobresalto y respirando aceleradamente se despierta, mantas hechas un enredo se encuentran abrazadas a su sudado cuerpo.
Una corriente de aire entra por la ventana abierta, haciendo que las cortinas bailen al mismo son. Con los ojos abiertos de par en par empieza a buscar por la habitación sin saber qué. Todo sigue igual, ni un libro fuera de su estante. El miedo aún corre por sus venas, haciendo que este susceptible a cualquier sonido y movimiento. Ni siquiera sabe como ha llegado hasta ahí, eso hace que recuerde algo, lleva sus manos hasta su cabeza, buscando heridas, pero nada, no hay nada. En esos momentos podría colapsar, ¿que mierda ha pasado? Es lo único que en su mente se repite una y otra vez. De repente, la puerta de su habitación se abre, haciendo que una figura aparezca, llamada por el grito inconsciente que había soltado en un principio. Una vez esa figura se adentra más en la habitación, las pocas luces que se cuelan por la ventana hacen que pueda observarla mejor. Provocando una confusión aún mayor que la que ya tenía en su sistema.
-¿Mama?-dice en apenas un susurro.
-Oh, Dios. Jimena ¿estas bien?
Las alas de mi hada
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domingo, 14 de junio de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
10) ÚLTIMA OPORTUNIDAD
Durante unos
minutos es lo único que escucho, hasta que veo una sombra a través de la
puerta, la intenta abrir, ahora doy gracias por qué esté cerrada. Pero parece
que eso no frena a quién sea que esté al otro lado, porque en vez de darse la
vuelta e irse por donde ha venido, sigue intentándolo.
Por las
rendijas que hay entre la puerta y la
pared veo como una luz, y después, escucho un candado chocar contra el suelo.
¡Mierda,
mierda y más mierda!
Mis dotes de
supervivencia son nulas, así que lo único que se me ocurre es ponerme detrás de
la puerta y, cuando esta se abre, darla una patada con todas mis fuerzas,
haciendo que se estampe en la cara de quien sea que intenta entrar.
El grito que
suelta el chico indica que ha servido de algo, así que mientras él se sujeta la
nariz, posiblemente rota, yo lo empujo e intento correr por el pasillo. Cuando
estoy segura de que voy a escapar, una fuerte mano agarra mi brazo, haciéndome
daño. Aún sigue algo confundido por el golpe por lo que gracias a una valentía,
que no sé de donde ha podido salir, le empiezo a dar patadas.
-¡¿Quieres
parar?!-grita desesperado intentando sujetarme y a la vez tocándose los sitios
en los que he atinado a golpear.
-¡No!
¡Suéltame!
No me he
fijado en lo fuerte que es, pero cuando consigue volver en sí, me sujeta los
brazos a la pared y las piernas con las suyas.
Su
respiración va muy rápida gracias a la pequeña pelea que acabamos de tener, al
igual que la mía.
-Vaya,
pareces poquita cosa pero tienes fuerza.
Simplemente
le miro, intentaría volver a escapar, pero sería una pérdida de tiempo, es más
fuerte que yo, por lo que me alcanzaría, además, ni si quiera sé dónde estoy.
-Veo que no
estás de ánimos. A ver quiero ayudarte, estoy aquí con Alioth.
Al oír
pronunciar aquél nombre mis ojos se abren y una pequeña chispa de esperanza
aparece en ellos.
-¿Está aquí?
-Sí, y
venimos a ayudarte. Pero necesito que me hagas caso y estés quieta.
Mi cabeza se
mueve sola asintiendo rápidamente.
-Bien, ahora
sígueme.
Empezamos a
andar por los pasillos desiertos, la habitación en la que me tenían encerrada
estaba al final de un gran pasillo lleno de puertas, las paredes están llenas
de moho y la pintura desquebrajada. Este
sitio da asco.
Con cada
paso que doy, los gritos se hacen más fuertes y las señales de lucha más claras,
solo espero que Alioth esté bien.
De pronto el
chico, que por cierto no sé cómo se llama se detiene y me hace una seña para
que me detenga yo.
-Estamos
cerca, no te muevas de mi lado, iremos por otro camino.
Llegamos al
final del pasillo y es como entrar en otro mundo. El pasillo oscuro y mohoso
deja paso a un gran recibidor, dos escaleras salen a la mitad de este y una
gran lámpara de araña cuelga del techo, la imagen es fantasmagórica.
Cuando
estamos a punto de salir, unas puertas de las que no me había dado cuenta antes
llaman mi atención, ahora el ruido es mucho más fuerte, y estoy segura que
viene de allí. El chico o Hunter, como dijo que se llamaba mientras recorríamos
el pasillo, esta entretenido intentando abrir las puertas principales, asique
aprovecho ese momento y corro hacia las puertas.
Hunter me
llama, pero lo ignoro, cuando llego a mi destino, abro las puertas de golpe, y
la imagen que estas me devuelven me dejan estática: la habitación es enorme, y
un montón de sombras, como la que nos siguió aquella noche inundan la
habitación mientras que unas figuras más pequeñas corretean por ella.
Una de las
figuras me llama la atención, está luchando con una sombra que la triplica el
tamaño, cuando parece que la sombra va a ganar esta saca algo de su bolsillo y
lo tira haciendo que vuele por el aire, hasta chocar con la sombra y estallando
en mil pedazos. Una luz me ciega por unos momentos, y es entonces cuando me
empujan tirándome al suelo.
Un cuerpo
está encima del mío, pero no es un cuerpo cualquiera, sino uno que conozco
bastante bien. Alioth se levanta de encima de mí y me tiende una mano para
ayudarme a levantarme. Le señala a Aisher con la cabeza la habitación de la que
acabamos de salir.
-Yo me
encargo de ella.
Aisher
asiente con la cabeza y se va corriendo, desapareciendo detrás de la cortina de
humo provocada por la explosión.
-¿Estás
bien?-Ahora toda su atención está puesta en mí, y lo único que se me ocurre es
tirarme a su cuello y abrazarle.
Alioth me
acaricia el pelo y me susurra al oído que todo va a estar bien, cuando mi
cordura vuelve me separo de él y seco las lágrimas que se han escapado de mis
ojos.
-Tranquila,
te voy a llevar a casa ¿vale?
-Vale.-Contesto
ahora más tranquila aunque mi voz sigue temblando.
Alioth me
coge de la mano y me guía hasta salir de ese horrible sitio en el que he estado
encerrada por semanas.
Visto desde
fuera da más miedo si es posible: una antigua casa, que parece no poder
sostenerse sola, está en medio de un gran jardín cuya flora es inexistente o
está muerta.
Sigo a
Alioth hasta unas puertas de hierro que están al final de un camino de piedra,
al abrirlas estas hacen un ruido como al arañar una pizarra, pero en estos
momentos apenas me doy cuenta.
Alioth sale
primero, y cuando estoy a punto de dar un paso para seguirle, alguien tira de
mí, haciendo que caiga al suelo. Después de esta noche pienso aprender defensa
personal, porque esto no es normal.
Al empujarme,
tropiezo con una piedra y caigo al suelo, Alioth se da cuenta que no le sigo y
se da la vuelta, en el momento que sus ojos chocan con los míos palidece.
Algo frío
toca mi sien, y, a juzgar por la expresión de Alioth, sé que no es nada bueno.
-¿Pensabas
que te podías ir tan fácilmente? ¿Qué te iba a dejar ir? ¡Estás muy equivocada!
Ángel
empieza a ponerse nervioso y aprieta lo que sea que tenga más contra mi cabeza haciéndome
daño.
-Suéltala.-La
voz de Alioth es tranquila, pero su mirada refleja todo lo contrario, sus ojos
se han vuelto totalmente negros, y su expresión asusta.
-¡NO! No te
tengo miedo, sé que eres uno de los contaminados más poderosos, pero ¿y qué?
Nada de lo que hagas puede compararse con el dolor de que el fuego que corre
por tus venas te queme por dentro.
-Ángel por
favor…-un susurro apenas audible se escapa entre mis labios, pidiendo piedad
por mi vida.
-Lo siento
Jimena.-La cara llena de desesperación de Ángel es lo último que veo antes de
que un estruendoso ruido se escuche y todo a mi alrededor se vuelva negro. Pero
antes de que mis ojos se cierren por completo, escucho un grito, un grito tan
desgarrador, que no parece humano…
Un disparo se escucha atravesar la
fría noche, bajo los rayos de luna, una
pistola brilla cayendo al suelo, y, a su lado, un pequeño cuerpo ahora pálido e
inerte, como una hoja que, después de caer del árbol que era su hogar, es
arrastrada por el viento. Y, un ángel, que tras la desesperación de haber sido
desterrado del cielo injustamente, comete el error más grande que jamás pudo
imaginar. Enfadar al demonio tiene consecuencias, un demonio de ojos azules
como la noche, que ahora están más negros que nunca.
miércoles, 13 de mayo de 2015
9) VERDADES
Parece que
todos los astros se han alineado para que este sea el peor mes de mi vida.
Estoy tan confundida que apenas puedo procesar todo lo ocurrido hace apenas
unos minutos.
¿Una
epidemia? ¿El fuego de las estrellas? Dios, o están todos locos o yo me estoy
volviendo demente.
Mi mente
trabaja deprisa intentando poner todo en su lugar, pero creo que colapsó hace
mucho, en este momento lo único que puedo hacer es mirar a Ángel, que a su vez
me mira a mí, esperando a que diga algo, supongo. Pero es imposible, apenas
puedo respirar, como para hablar.
-Sé que todo
esto es demasiado extraño, y que no me crees, solo hay que ver tu cara para
saber que me estas tomando por un loco, pero Jimena, te estoy diciendo la
verdad. ¿Recuerdas la primera vez que viste a Alioth?
Asiento
despacio intentando no perderme.
-Lo que
viste era una trasfusión, cogen el fuego del interior de una estrella viva, la
almacenan en un valier. Para los ‘contaminados’ es como su alimento, la energía
que necesitan para desarrollarse.
-¿Contaminados?
Ángel me
mira con el ceño fruncido.
-Has dicho
contaminados, ¿por qué?
-Por qué
aunque ellos no adquirieran la enfermedad, el fuego lo tienten, lo que hace que
estén ‘contaminados’.
Y, por fin
consigo el valor para hacer la pregunta que lleva en mi cabeza un rato.
-¿Tu… tu
estás contaminado?
La tristeza
que muestran sus ojos al levantar la mirada me deja más confundida que al
principio. Tener dones es bueno ¿no?
-Nunca
acabaron con la enfermedad, en realidad nadie sabe cómo se terminó el brote, pero
ahora ha vuelto, contaminando todo a su paso, contaminándome a mi.
La mirada en
los ojos que me miran directamente, como si me estuviera suplicando que lo
ayudara, me destroza, porque a pesar de que el solo nos haya utilizado, lo
conozco, y es mi amigo
-.Y esa es
la razón por la que te necesito…-Termina diciendo antes de salir por la pequeña
puerta que se encuentra en una de las paredes.
Y ahí quedo
yo, en una sucia y oscura habitación, pensando en cómo todo cambia de un
momento a otro, en que hace unos meses mi único problema era que Ruth no me
obligara a ponerme un vestido más corto que una blusa, y ahora estoy
‘secuestrada’ por el que creía que era mi mejor amigo, que resulta que está
contaminado por una enfermedad mortal y sin opciones de vivir, y con la única
opción de que un chico al que conozco desde hace un mes, pero que parece que lo
conozco de toda mi vida y no me le puedo sacar de mi cabeza, me salve de quien
sabe que destino.
Porque estoy
segura que este plan no es de Ángel, es de alguien con mucho más poder y peores
intención que un chico cualquiera intentando sobrevivir a lo que parece un
destino imposible para cualquiera.
Pero es que
el mundo no es lo que parece, y lo que un día puede ser lo más normal del
mundo, al siguiente puede ser tu peor pesadilla.
Dos meses
antes…
Apenas nos
quedan energías en el valier, así que esta noche toca recargar. Cuando entro al
salón, una gran habitación recubierta de piedra, y con una gran chimenea en la
pared central, me encuentro con Aira tirada en uno de los grandes sillones.
-Mira quien
decide aparecer por fin.
Su pelo
morado está esparcido por todo el brazo del sillón, y sus largas piernas
cuelgan por el otro lado.
-¿Dónde está
Hunter?
-Y yo que
sé, no soy un GPS.
Pongo los
ojos en blanco, Aira no se caracteriza por ser muy amable, y eso me gusta de
ella. Salgo del oscuro cuarto sonriendo para mis adentros.
El pasillo
es tan largo que cuando entré aquí me perdí tantas veces que creí que nunca me
aprendería el camino, pero no fue así, y ahora lo podría recorrer de una punta
a otra con los ojos cerrados. A partir del pasillo se creó la casa, por lo que
si sigues todo recto llegaras a cualquier sitio.
Salgo al
gran jardín, lleno de verde y flores de distintos colores que Eiree se encarga
de cuidar, rodea toda la edificación, y busco a Hunter pero nada, ni rastro de
él. Joder, ya llegamos tarde.
-¡HUNTER!-
empiezo a gritar, ¿Dónde está cuando se le necesita?
-HUNTER.
-No grites,
que me duele la cabeza.
-El más
mayor de todos aparece por la entrada, con la camisa mal abrochada, los
pantalones llenos de manchas y una cara de asco digna de ser enmarcada.
-¿Qué coño
te pasa? Esta noche tenemos una trasfusión ¿y tú te vas a emborracharte?
Hunter
levanta las manos intentando defenderse, pero el que no se pueda tener en pie
lo delata definitivamente.
-Eh, eh, eh.
Más despacio, y además, estoy aquí ¿o no?
A veces es
como trabajar con críos.
-Salimos en
media hora, más te vale estar preparado.
A las 7:30
estamos todos en la puerta, Eiraa, con su singular pelo rubio recogido en una
coleta que le llega hasta la cintura y el traje que todos utilizamos para las
misiones. Aisher, con sus grandes gafas tapándole la cara está haciendo le no
sé qué arreglos al valier y Aira mirándose
las uñas negra. Solo falta que aparezca Hunter para que podamos irnos. De
pronto su gran figura aparece desde el final del pasillo a toda prisa
terminando de abrocharse los botones.
-Ya era
hora. Pensábamos que te habías perdido.
-No te
preocupes, tu chirriante voz me muestra siempre el camino.
-Eres un…
-Ey ya, como
no salgamos en cinco minutos la estrella va a morir.- los interrumpe Eiree.
El mejor
sitio para la trasfusión es en un callejón, al lado de una discoteca. Es sitio
da asco, hay tantos olores juntos que la nariz apenas capta alguno y apenas hay
luz, por no decir que no hay ninguna farola.
Nos ponemos
en la posición y dejo el valier en medio de todos.
-¿Haces los
honores?-Le pregunto a Eiree.
Esta se
acerca con paso decidido y hace el ritual. La energía sobrante de la estrella llega
hasta nuestros pies, quedando encerrada en el valier, una potente luz nos
ilumina, después de unos segundos en los que se carga, la luz se apaga
completamente y la oscuridad vuelve a reinar.
Cojo la
pequeña cajita que encierra dentro el suficiente poder para destruir la tierra
y sigo a los otros, pero, un ruido hace que me detenga, me giro y veo a una
chica, su cabello oscurecido por la noche enmarca su cara….
El recuerdo
de la primera vez que la vi me persigue, nunca pensé que esa noche fuera a vernos
alguien, pero me equivoqué, y fue el mayor fallo que pude cometer. Gracias a
eso la han encontrado, a la última descendiente.
Hace dos
horas que la parte de escenita que me quedé está ardiendo, no es lo suficiente
fuerte como para que de una sombra se tratase aquél que la atacó, pero si lo
suficiente fuerte para que me preocupe.
Hunter está
gastando demasiada energía en encontrarla y apenas tenemos nada, unas
coordenadas que no llevan a ningún lado.
Como no la
encontremos pronto puede ser el fin… y no solo el suyo.
Es solo otra
misión más, me repito una y otra vez, pero no es tan fácil. Y mis nervios van
en aumento con cada segundo que pasa.
No sé qué
hora es, pero ya ha oscurecido. Mis padres tienen que estar de los nervios,
debería haber llegado a casa hace horas.
No he
escuchado a nadie desde que Ángel abandonó la habitación, y empiezo a creer que
estoy sola dios sabe dónde.
La última
vez que comí fue en casa de Clara y los rugidos que provoca mi tripa van en
aumento.
La puerta se
abre y una tenue luz se filtra por ella, apenas iluminando el rostro de la
persona que acaba de abrirla. Cuando gira en mi dirección me sorprendo al darme
cuenta que no es Ángel.
Es una
mujer, una melena rubia le llega hasta la cintura. La ropa oscura que lleva me
recuerda mucho a Ruth. No debe tener muchos más años que yo, quizá ventipocos.
Entre sus manos lleva una bandeja con un vaso de agua y algo en un cuenco que
no logro identificar.
-Vaya,
parece que tienes hambre.
Deja la
bandeja a mi derecha y se sienta en frente de mí.
-Hola, soy
Anne.
Para ser
secuestradores son todos muy majos.
-Se lo que
estás pensando, no soy tu secuestradora.
Levanto la
mirada asombrada y ella simplemente sonríe.
-Es verdad
que no tienes ni idea de nada.
-¿Debería?
-No tienes
por qué, hay muchos de tu edad que aún ni siquiera saben que tienen el don.
-Tu… ¿eres
una contaminada?-Digo lentamente, resaltando cada palabra.
Anne asiente
despacio.
-Así es, y
mi don es la mente, todo lo que tenga que ver con ella. La mente es como el
universo, y del universo venimos. Verás, todos los dones están relacionados con
la estrella de la que vienen, pero todos son diferentes.
-¿Y…
trabajas para ellos?-En realidad lo que quiero preguntar es si ella también
está secuestrada, pero no me atrevo.
A juzgar por
el cambio de expresión sé que sabe lo que estoy pensando, y que no está aquí
porque la guste.
-Es una
larga historia.-Dice mirando el suelo y jugando con sus manos.
Abro mis
ojos lentamente, aún es de noche ya que el pequeño trozo de cielo que me
permite ver la ventana, está oscuro, y ese color hace que mi mente viaje a unos
ojos del mismo color y que brillan con la misma intensidad.
No sé cuánto
tiempo llevo aquí encerrada, pero han pasado semanas, he visto tantas veces al
sol ocultarse que he perdido la cuenta. La única persona a la que he visto en
este tiempo es a Anne cuando viene a traerme comida y apenas está unos minutos.
Desde el primer día todo ha cambiado, apenas habla y su mirada ya no tiene ese
brillo.
Me levanto
lentamente y me acerco a la mesita en la que Ángel se sentó el primer día, la
acerco a la ventana y me asomo en ella, está cerrada por unos gruesos barrotes,
el primer día intente escapar, pero es imposible.
Pequeños
puntitos de luz adornan el oscuro cielo, hace unos días descubrí que si los
miras fijamente, empiezan a moverse hasta formar figuras, figuras que
claramente no entiendo. Tanto estar encerrada me está afectando demasiado.
De pronto,
un ruido me asusta, es como una explosión, gritos lo siguen. Gritos tan
escalofriantes que hasta me dan escalofríos. Intento esconderme en la
habitación, pero no hay nada que pueda taparme, la puerta está cerrada y la
ventana es imposible de atravesar. Solo espero que sea lo que sea no llegue hasta
aquí.
martes, 28 de abril de 2015
8) EL FUEGO DE LAS ESTRELLAS
Noto algo
extraño en mi cara, doy con mi mano al aire para intentar quitármelo, pero no
funciona, porque el cosquilleo sigue ahí.
Así que simplemente me doy la vuelta, y es cuando noto como me tiran
agua helada en la cara. Pego un grito y voy corriendo al baño a secarme.
-Os lo he
dicho. A esta las cosquillas no la hacen
nada.- Escucho a Ruth decir desde la habitación.
-¿Tenías que
ser tan bestia?
-Joder, si
no se hubiera tirado toda la noche de fiesta pues no estaría así.
-Te voy a
matar.- La grito desde la puerta y me tiro hacia ella, haciendo que ambas
caigamos a la cama, cojo el cojín más cercano y empiezo a darla con él en la
cara.
-¡Jimena
para!-grita a la vez que empieza a reírse.
-¿Que pare?
¡¿Sabes el susto que me has pegado?!
Finalmente
Clara y María terminan uniéndose a nuestra pelea de almohadas que termina con
todo lleno de plumas.
-Tu madre
tiene que comprar cojines mejores. Estos son una mierda.
Clara le
tira lo que queda de un cojín azul, que debo decir que era horrendo a la clara
y Ruth escupe un par de plumas.
-Igual si no
hubieras dado tan fuerte seguirían vivos.
-Si son una
mierda son una mierda.
-¡Ruth!-la
reprocha María.- ¿Besas a tu madre con esa boca?
Ruth
simplemente la enseña el dedo del medio y se encoge de hombros.
-La que sí
tuvo beso anoche fue otra.-Dice pícara María mientras me da un codazo en el
costado haciendo que me sonroje.
-Yo no…
¿Qué? No claro que no.- Intento defenderme de esas tres fieras pero lo único
que consigo es dejarme en evidencia.
-Mira yo no
lo vi, pero aquí tu amiga-y a la vez que dice esto señala a María, quien sonríe
inocentemente.- Dice que estaba como un tren. Y para que diga algo así de un
chico mira que tiene que estar bien.
-Dios, mira
que sois tontas.
-O venga,
anoche apenas nos contaste nada y nos has dejado con la intriga, no seas
mala.-Clara hace pucheros a la vez que me mira con los ojos
entrecerrados.-Venga.
-Pero es que
no pasó nada. Simplemente me llevó a dar una vuelta y… nada más.
-Mira, aun
que te creyera, que no es el caso, pero pongamos que sí, y no hubieras hecho
nada, ni un triste beso en la mejilla, te dejaba de hablar.
-¿Por qué?
-¡Por
tonta!-Esta vez es María en responder en vez de Ruth.
-Me dais
miedo. Lo digo en serio.- Ruth me responde poniendo los ojos en blanco y María
ensancha su sonrisa aún más. ¿Por qué sigo siendo amiga suya? Cierto, no tengo
más.
Nos quedamos
hablando de cosas sin sentido hasta que es hora de volver a casa.
María vive
cerca de Clara, y Ruth vive por mi zona,
pero todas muy distanciadas, así que tenemos que coger cada una un camino
diferente.
Mientras
camino al lado de Ruth ninguna dice nada, hasta que pasamos por debajo de una
farola y el colgante que me dio anoche Alioth, que ahora cuelga de mi cuello
brilla como si tuviera luz propia.
-Ala ¿y eso?
Anoche no lo tenías.-Exclama mientras lo toca- Es precioso.
-Claro que
sí, solo que no se veía.
-¿De dónde
la has sacado?
Me encojo de
hombros mientras busco una excusa con coherencia.
-He hecho
limpieza en mi habitación y ha aparecido.
Ruth se
queda en silencio mirando al suelo un momento, luego levanta su mirada hasta
chocar con la mía, haciendo que me estremezca, me mira tan profundamente que
creo que puede leer mis pensamientos.
-Tu nunca,
repito NUNCA haces limpieza en tu cuarto.-Lo dice lento para remarcar su punto-
Mira estas rarísima últimamente. Primero te vas con un tío al que no conoces de
nada, luego apareces a las tantas en la puerta con unas pintas propias de un
borracho con resaca y ahora esto. Si no quieres decirme la verdad no me la
digas, pero por favor no me mientas.
Suelto un
suspiro cansado. Ruth tiene razón, pero como la digo lo que está pasando si ni
siquiera lo sé yo, pero es mi amiga, nos contamos todo desde que nos conocemos
y me hace sentir fatal no decírselo, así que decido ser sincera, o lo más
posible.
-Mira, te
juro que si lo supiera te lo diría, pero es que no tengo ni idea, este chico,
Alioth, apareció de pronto y nada ha vuelto a ser igual, simplemente es todo
muy confuso.
-¿Esta tan
bien como dice María?
-Puede…
Creo que
nunca he visto una sonrisa más terrorífica proveniente de Ruth que la de este
momento.
-Bien, te
veo mañana.-Dice, y después se da la vuelta y se va. La veo desaparecer al
final de la solitaria calle, con ese andar propio de ella, y su pelo moviéndose
con el viento, y es la última imagen que mis pupilas captan, porque lo
siguiente que recuerdo es oscuridad y un fuerte ardor en mi cuello proveniente
del colgante.
Y el susurro
de una voz demasiado conocida para mí:
-Dulces
sueños.
Los parpados
me pesan como si estuvieran pegados, tengo un sabor de boca asqueroso y encima
el suelo sobre el que estoy tumbada está helado.
Donde antes
sentía un dolor tan profundo como si me estuvieran quemando con un hierro
ardiendo ahora es una simple molestia.
Vuelvo a
intentar abrir los ojos, lo suficiente para que una rendija de luz pueda llegar
hasta ellos y me deslumbre. ¿Dónde narices estoy?
-Parece que
ya te vas despertando.
Ahora sí que
consigo abrir los ojos, y la imagen que tengo frente a mí me deja helada
Ángel está
sentado en una pequeña mesa en la esquina, lleva una sudadera roja que resalta
su pelo rubio y unos vaqueros rotos por las rodillas.
Estamos en
una pequeña habitación, solo hay una ventana cerca del techo que permite pasar
la luz. A través de esos rayos se ve el
polvo que hay en el aire.
-¿Ángel?
-Vaya, y yo
que pensaba que eras tonta.
-¿Qué mierda
haces? ¿Dónde estamos?
-Cuida tus
palabras Jimena. Una señorita no debe decir esas palabras.
-Que te den.
Él
simplemente muestra sus dientes en una sonrisa macabra y empieza a pasearse por
la habitación.
-Jimena,
Jimena... ¿Sabes? Cuando te conocí me parecías una chica muy interesante, pero
demasiado inocente, solo ves el lado bueno de las personas, y, preciosa, eso es
malo. Sobre todo cuando hay personas que no tienen uno. Al principio pensé que
acercarme a ti sería difícil, pero en poco tiempo me hice amigo de tus amigos,
y apenas me costó trabajo. Después de eso todo fue coser y cantar, os
acompañaba a las fiestas, cada vez que quedabais, incluso llegue a pensar que
estaba equivocado, que tú no podías ser quien yo buscaba; eres demasiado...
¿normal? Sí, eso, normal. Pero entonces ocurrió, los viste, y supe que mi
esfuerzo no había sido en vano, que eras tú.
-Alioth es
tan estúpido, nunca pensé que te fuera a hacer caso, en realidad pensé que te
mataría, allí, en ese mismo instante, pero no. Y luego volvió a buscarte, y
consiguió en un mes lo que yo llevaba años buscando: a ti.
-¿Por qué?
No lo entiendo, ¿Qué tengo de especial? ¿Conoces a Alioth?
Hace una
mueca de desagrado y se queda callado un momento. De pronto me mira y sonríe.
-No te ha
contado nada por lo que veo.
Resoplo y
miro al suelo. Pues claro que no.
-Ahora todo
tiene sentido.
¿Qué querrá
decir con eso?
Ángel, el
que yo pensaba que era mi amigo y el chico más agradable del planeta pero que
en cuestión de segundos se ha convertido en alguien totalmente desconocido para
mí vuelve a su posición inicial, sentado en la mesa de la esquina.
Me mira
durante unos minutos y empieza a contarme todo lo que Alioth me ha estado
ocultando.
-Hace seis
siglos una epidemia azotó con fuerza a la humanidad. Al principio no se le dio
mucha importancia, empezó por matar a unos cuantos pobres que vivían cerca del
lago y a unas prostitutas que allí trabajaban, nada importante, pero con el
tiempo la cifra de muertos fue subiendo, pasando a gente con mayor importancia.
Empezaron a investigarla, pero nada, nadie sabía de donde podría porvenir. El
tiempo pasaba y mayor gente iba muriendo, los síntomas eran parecidos a cuando
el demonio te poseía.
-Primero apenas se notaba, luego empezabas a
escuchar cosas extrañas, aparecía poco a poco, cada vez con síntomas peores, y
entonces empezaban a aparecer quemaduras en la piel y en el interior del
cuerpo. Te iba quemando poco a poco, cuando aparecían las quemaduras en las
manos, estabas acabado. Se volvían locos, veían cosas que nadie más podía ver,
a no ser que estuvieran contaminados. La enfermedad del fuego, la llamaron.
-Pero lo que
muy pocos sabían era lo que traía consigo esa enfermedad, no era una
cualquiera, ni siquiera era una creada en el planeta humano. La enfermedad
provenía de un pequeño trozo de estrella, que llego a nuestro planeta; cerca de
nuestro sistema dos estrellas colapsaron, haciendo se explotar en mil pedazos mutuamente,
uno de esos pedazos llego hasta aquí, y se estrelló, el polvo que producía era
el causante de la horrible enfermedad.
-En
realidad, lo que de verdad era todo, era una fase, una fase que solo unos pocos
pudieron atravesar, uno de cada 10000 infectados, o menos.
-Y, los sobrevivientes adquirían el don, todos distintos pero
todos con algo en común: El fuego de las estrellas. Este fuego recorría sus
venas como sangre, y, fue pasando de generación en generación, aun nadie sabe
cómo funciona, solo que uno de los descendientes del infectado nace con el
mismo don.
-Pero no
solo los sobrevivientes tenían la sangre corriendo por sus venas, los que
fallecían también, el espíritu de alguien que murió por la enfermedad del fuego
tiene poder, tanto como para salir del infierno y llegar hasta nuestro mundo de
nuevo, pero esta vez siendo sombras.
-Tú, Jimena,
eres una de esas descendientes, al igual que Alioth y su pandilla.
martes, 17 de febrero de 2015
7) DEFINITIVAMENTE ESTÁ LOCO.
Estoy en
blanco, sinceramente no entiendo nada.
No sé dónde quiere llegar Alioth con esa historia. Espera que confíe en
él ciegamente, a pesar de que me oculta cosas o que, por el contrario, salga
corriendo. Espero a que me aclare todas las dudas que están empezando a
agolparse en mi cabeza, pero nada. Se queda ahí, quieto, con la mirada fija en
el suelo y el pequeño libro aún entre sus manos.
-Entonces,
lo que quieres decir es que mi sombra es como la de Peter Pan y tiene vida
propia.-Digo intentando aligerar el ambiente. Pero nada. Ni siquiera me mira.
Decido
dejarlo solo con sus pensamientos e investigar un poco más. Nunca he estado en
una biblioteca de noche. Y sinceramente espero no volver a hacerlo, este sitio
me da escalofríos.
Voy
caminando entre las altas estanterías, mientras el único ruido que me acompaña
es el que hace las suelas de mis zapatos al chocar contra el desgastado suelo.
Miro las viejas y polvorientas tapas de los libros que me rodean. Nada fuera de
lo común, montones de libros que parece que hace siglos que nadie los toca.
Todos están ordenados, excepto por Moby Dick y Cumbres borrascosas, estos dos
están cambiados de sitio. Cuando voy a poner cada uno en su lugar, una mano me
detiene, seguidamente noto una respiración en mi cuello.
-No toques
eso.
Me giro para
mirarle a los ojos pero un estruendo hace que ambos dirijamos la mirada a uno
de los grandes ventanales que hay al final del pasillo. A través de estos se
cuela la luz de la luna y de las farolas que iluminan las calles, ha empezado a
llover. Pero nada que indique que ha podido causar ese horrible sonido.
-Tenemos que
irnos de aquí.
-¿Qué ha
sido eso?
Me mira
durante unos instantes, el azul oscuro de sus ojos deja paso a un negro
profundo. Una lucha en su interior, sopesando si me dice la verdad o me ignora
como siempre.
-Sombras.-Dice
en un susurro silencioso. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Como que prefiero
que me ignore.
Antes de que
pueda reaccionar me coge del brazo y me lleva hasta la salida. Afuera el agua
cae a cantaros, en el momento en el que llegamos al coche ambos estamos
empapados. Debería haber cogido mi chaqueta. No me da tiempo a cerrar la puerta
cuando ya ha arrancado. Alioth va tan deprisa que apenas puedo ver algo más que
una maraña de luces, casas y árboles por la ventana. Como siga así vamos a
terminar en cualquier arcén boca arriba.
-¡Para, nos
vas a matar!
Pero nada,
simplemente me ignora y sigue apretando el volante como si le fuera la vida en
ello.
-¡Alioth!-
Vuelvo a gritar, pero en el momento en el que la última letra sale de mi boca,
algo choca contra un lateral del coche, haciendo así que este se deslice en el
asfalto mojado.
Un grito
sale de mis labios y empiezo a gritarle que vaya más deprisa.
-¡Mena,
tranquilízate!-Grita aún más alto que yo.
Estoy tan asustada que ni siquiera me doy cuenta del nuevo
nombre que me ha puesto.
Nada, no
puedo ver nada. Estamos en un camino, rodeados de árboles. Llevo en este coche
como tres cuartos de hora. Asique si mezclamos que: estoy en un coche con un
tipo al que he visto tres veces en mi vida, encima estoy segura de que está en
alguna secta, está lloviendo como si el cielo se fuera a caer de un momento a
otro y un “algo” nos está siguiendo se podría decir que no tengo miedo, si no
que estoy en algún punto entre entrar en coma o volverme loca. Si, la verdad es
que no llevo muy bien los momentos de tensión.
Mi teléfono
empieza a sonar, por suerte el bolso lo cogí. Lo cojo para ver quién es,
mierda, Ruth.
-¿Si?-Digo
inocentemente, ya que sé que lo que se avecina no es nada bueno.
-¡¿Se puede
saber dónde narices estás?! Hace dos horas que desapareciste, llevo llamándote
toda la noche. ¡Así que más te vale que sea importante lo que te ha pasado!
Porque si no, Jimena te...- Los estruendosos gritos de Ruth desaparecen y la
dulce voz de María los sustituye.
-La tienes
loca a la pobre.
-Yo… lo
siento.
-No te
preocupes, vi al chico con el que te ibas. Yo también hubiera desaparecido.
Alioth
suelta una carcajada, y yo le fulmino con la mirada.
-Pero como
tú no sueles acercarte a los chicos, y mucho menos como ese, nos has asustado.
Es más el tipo de Ruth, y no te enfades, sabes que es verdad. Tu madre ha llamado,
ha dicho que tú no se lo cogías, así que Clara ha dicho que nos quedábamos en
su casa a dormir. Si decides aparecer, que lo dudo, ve a su casa.
-Vale, no te
preocupes. Y gracias.
-De nada
cariño y pásatelo bien.
Y cuelga, y siento como mis mejillas empiezan
a tornarse en un rojo intenso. Miro hacia Alioth y este está intentando no
reírse. A veces Ruth y María pasan demasiado tiempo juntas.
La tensión ha desaparecido, y ya no hay rastro de la cosa que
antes nos seguía. Parece que todo ha vuelto a la normalidad. O lo más normal
que se puede estar cerca de él.
Alioth baja
la velocidad hasta que paramos en un pequeño claro. Bajo del coche y una
sensación extraña me recorre. Parece un lugar mágico. Como si una cúpula de cristal cubriera solo
ese pequeño espacio. Alumbrado solo por la luz de la luna, y pequeñas
luciérnagas. Un pequeño riachuelo cae desde lo alto de unas pequeñas
piedras, pasa a través de la espesura de
los árboles y desaparece por el otro extremo.
Miro hacia
Alioth y este tiene la mirada perdida en algún punto que no consigo ubicar.
-¿Qué es
este sitio?
-Shh. ¿Lo escuchas?
-¿El qué?
Ahora es él
quien me fulmina con la mirada.
-¿Te quieres
callar?
Abro los
ojos asombrada, ¡acaba de mandarme a callar!
-Lo siento
mucho si no estoy de humor para ponerme a oír grillos cantando, que por cierto
eso mismo escucho todos los días desde mi casa. Te recuerdo que una “cosa”, que
hace ruidos raros nos está siguiendo y que perfectamente podría cogernos aquí,
y nadie nos escucharía. Así que siento mucho estropear tu momento de ‘conectarte
con la naturaleza’.
Alioth me
mira con las cejas levantadas, de pronto una sonrisa parece escaparse de sus
labios.
-Tú veías
muchas películas de pequeña ¿no?
En serio que
sabe cómo desquiciarme. Cuando ve que empiezo a ponerme roja me aclara.
-No nos
puede encontrar aquí. Desde esas piedras que hay allí.-Y señala un montoncito
de piedras-hasta la pequeña catarata del fondo este sitio es invisible para
ellos.
Definitivamente
está loco.
Se acerca al
riachuelo y de allí saca una pequeña esfera, que a primera vista parece una
piedra. Pero cuando la saca del agua esta es negra y tiene pequeños puntos que
brillan como estrellas.
-Por si nos
lo volvemos a encontrar.
Dice
mientras me pasa de largo y se dirige al coche.
-Llévame a
la casa de una amiga, me quedo allí a dormir.
Él simplemente
pone el coche en marcha y se dirige a la dirección que le digo.
En el camino
me encierro en mis pensamientos. Supe desde el primer momento en el que le vi,
que iba a cambiar mi vida, pero nada de lo que hubiera pensado se podría
comparar con el punto hasta el que podría llegar a parar. Alioth, no es…
normal, se podría decir, eso está más que claro. Pero no hay nadie que dicte
que es normal y que no lo es. Ese es el problema. ¿Hasta qué punto puede no ser
normal? No tengo ni idea.
Solo tengo
claro una cosa, y es que nada volverá a ser igual.
Cuando
llegamos a la casa de Clara, le digo un simple adiós, pero antes de poder salir
del coche, Alioth me para, y me da la pequeña esfera, ahora sujeta por un
cordón.
-Póntelo, lo
vas a necesitar cuando yo no este.
Yo simplemente asiento y me voy. Le envío un
mensaje a Clara diciéndola que ya estoy aquí, para no despertar a sus padres.
Cuando me abre la puerta empiezan las preguntas. Preguntas que ni yo misma se
responder.
domingo, 1 de febrero de 2015
6) LOBOS Y HALCONES
Hace una
semana que no lo veo, desde lo ocurrido en mi habitación se fue sin dejar
rastro, y lo que más me molesta es que ni siquiera me respondió a una de mis
preguntas.
No he vuelto a tocar el libro, tengo miedo de
lo que pueda pasar.
Desde la mujer en la biblioteca hasta el día
de hoy no dejan de ocurrir cosas extrañas.
Siento como
una sombra que me persigue, ocultándose en los rincones, apareciendo y
desapareciendo a su antojo. Siempre pendiente, siempre al acecho. Empiezo a
pensar que estoy loca.
Como le prometí no le he contado a nadie lo
que los vi hacer aquella noche en el callejón, aunque me muera de ganas.
Tampoco he vuelto a sacar el tema del libro delante de Ruth y parece que ella
tampoco se acuerda.
Después de
desaparecer una semana volvió, y hemos estado durante un mes y medio viéndonos
todas las noches, después de las once, yo dejo la ventana abierta y el
simplemente entra por ella, sigo sin saber cómo puede escalar dos pisos, pero
bueno. Con el tiempo he descubierto muchas cosas nuevas sobre él, y también he
aprendido que es muy misterioso.
También
intentamos descifrar que ponía en el libro, pero está en otro idioma así que nos
está llevando más tiempo del que pensábamos.
Con el tiempo
me he acostumbrado a que esté presente en mi vida.
Hoy es
sábado, otra vez. Y Ruth me ha obligado a ir a la discoteca, otra vez. Asique
me arreglo y espero a que venga a por mí; ya que esta semana la toca a su madre
conducir. Tengo un presentimiento, uno muy malo. Llevo toda la semana
sintiéndolo, pero hoy es mucho más fuerte. La única vez que recuerdo haberle
tenido tan fuerte fue cuando murió mi tío, el hermano de mi padre. Era como un
segundo padre para mí. Nunca me dijeron que le pasó y yo no pregunte. Tenía
diez años cuando ocurrió. Estaba en el colegio junto con Ruth y sentía como una
larga cadena me apretaba el corazón. Con cada segundo que pasaba la cadena iba
haciendo más presión. No sabía qué, pero sabía que algo había ocurrido. Cuando
llegue a casa me lo contaron. Y hoy, tengo esa misma sensación. Desde que me
levanté esta mañana hasta ahora. Intento no darle mucha importancia pero tengo
miedo.
La bocina
del coche de Gemma suena. Me despido de mis padres y de Teo y salgo. Cuando voy
a medio camino Ruth baja la ventanilla y me silba.
-Impresionante.-
Dice y la vuelve a subir.
Siempre sabe
cómo sacarme una sonrisa. Siento como el nudo afloja su agarre, pero aun así
sigue ahí.
Cuando entro
al coche saludo a ambas y nos dirigimos al mismo sitio que el sábado pasado.
Llegamos a
la discoteca sin que ocurra nada y eso me tranquiliza un poco. Hoy los chicos:
Lucas, Ángel y Mario han quedado con unos amigos, así que será noche de chicas.
Encontramos
una mesa, Clara y yo tomamos asiento, otra vez, y María y Ruth se dirigen a la
pista de baile, otra vez. Creo que esto ya va a ser rutina.
En cuanto
nos quedamos solas Clara se gira hacia mí.
-Suelta
lo.-Dice al cabo de un segundo.
-¿Qué?-Digo,
sin entender.
-Llevas un
tiempo muy rara, sé que conmigo no tienes la misma confianza que con Ruth, pero
puedes contarme lo que quieras ¿vale?
-Sí, sí.
Claro. Solo es que estoy muy ocupada con los exámenes.-Digo. No pensé que
estuviera actuando de una forma extraña, aunque a Clara no se le pasa nada por
alto. Ella es la más tranquila del grupo. Nunca la he visto alterarse, ni decir
una palabra más alta que otra. Siempre está muy callada, pero atenta a todo.
Además es la más lista del grupo. La verdad es que el nombre le viene como
anillo al dedo. Siempre lleva ropa de colores pastel, blusas, faldas, y la
encantan los estampados de flores. De tez es muy blanca, ojos miel, y rubia.
Clara rompe el cliché de que las chicas listas son feas. Ha tenido a más de un
chico detrás de ella, pero los rechaza, dice que lo más importante ahora son
sus estudios. No podría estar más de acuerdo con ella. Bueno, vale, en realidad
a mí casi nunca me piden salir.
Cuando se me
acaba la bebida le pregunto a Clara que si quiere algo y me dirijo a la barra.
Pero cuando estoy volviendo una mano me agarra de la muñeca y me lleva hasta la
puerta trasera.
Sé
perfectamente quién es. En el momento en que sus dedos rozaron mi piel tuve la
misma sensación que cuando me cogió para saltar por la ventana de mi
habitación, y muchas veces más después.
Gracias a la
poca iluminación, al vapor que echan las máquinas de humo y a toda la gente que
hay no puedo verlo con claridad. Pero cuando salimos al oscuro callejón,
iluminado solo por la luz de la luna, se me corta la respiración.
Está
exactamente igual que la primera vez que le vi, excepto por que ahora lleva
puesta una camiseta blanca, que resalta aún más sus oscuros ojos y su pelo. Dándole
aún más intensidad a su mirada.
Cuando me ve
observarlo sonríe. Sí, definitivamente tengo que disimular mejor lo que me
produce tenerlo en frente.
-Hola.- Dice
con esa sonrisa de suficiencia aún en sus labios.
-¿Qué
quieres?-.Le pregunto cortante. En realidad estoy molesta por que me sacara de
la discoteca de esa forma, he perdido las bebidas por el camino.
-Vaya,
pensaba que te alegrabas de verme.-Y si es posible, según pronuncia estas
palabras, su sonrisa se ensancha.
Yo
simplemente me limito a poner los ojos en blanco.
Como ve que
no voy a contestar le, cambia su sonrisa por una expresión seria.
-Necesito
ver el libro otra vez.
-Y yo
necesito que me contestes de una vez por
todas.
Este último
mes le he acribillado a preguntas y en todas me ignora o cambia de tema, y
estoy harta.
-Lo digo en
serio Jimena.
-Y yo igual.
¿Cómo sé que puedo confiar en ti, si no me dices nada?
Captando que
no voy a dar mi brazo a torcer, lanza un suspiro cansado al oscuro cielo.
Sus ojos
chocan con los míos y pone una expresión pensativa. Después de unos segundos
abre los ojos como platos.
-Has visto
algo raro últimamente.
¿Por qué
todo el mundo me pregunta lo mismo? Pues claro que he visto cosas raras
últimamente, lo he conocido a él después de todo.
-¿Por qué
dices eso?
Él
simplemente niega con la cabeza y mira la pared que hay a nuestra derecha.
-Ven
conmigo.
-¿Qué?
-Es
importante.
Es lo único
que dice antes de cogerme del brazo y llevarme hasta la salida del callejón.
Allí en
medio, en todo su esplendor hay un coche aparcado. No tengo ni idea de coches
pero juraría que es uno bastante bueno. Es negro, como no, y deportivo.
-¿Te
gusta?-Su voz desprende arrogancia con cada letra.
Yo
simplemente me limito a asentir. La verdad es que es increíble.
Me siento en
el lado del copiloto y espero a que entre él.
El coche es
más impresionante dentro de lo que es por fuera. Y además tiene la misma
fragancia que el dueño.
Después de
unos minutos sigo sin saber a dónde nos dirigimos, Alioth no ha pronunciado
palabra en todo el camino y el lugar no se me hace conocido. Cada vez es más
oscuro y una extraña sensación se va apoderando de mí, el nudo en el pecho se
va apretando con cada segundo que pasa. Pero aun así no pregunto. ¿Para qué? No me va a contestar.
Cuando
estaciona el coche miro por la ventanilla y entonces recuerdo. La biblioteca.
-¿Por qué
estamos aquí?
Pero no me
contesta. Estoy empezando a cansarme. Aun así me bajo del coche y lo sigo.
Alioth se
acerca a la puerta e intenta abrirla.
-Está
cerrada.-Digo como si no estuviera más que claro.
-¿No me
digas?-Responde él en un tono burlón.
Entonces
saca algo del bolsillo de su pantalón y lo introduce en la cerradura.
La puerta
cede con un desagradable chirrido y entramos.
Por el día
es cálida y acogedora pero por la noche tiene un aire fantasmagórico que pone
los pelos de punta.
Caminamos entre
los pasillos delineados por las largas estanterías hasta llegar a la última
pared, está hecha de enormes piedras. En la esquina hay dos grandes sillones y
una mesa en el centro, llena de libros.
Alioth deja
su chaqueta en el respaldo de la silla y recoge un libro del suelo. Ya que la
camiseta que lleva es de manga corta, puedo ver sus brazos. Éstos están llenos
de tatuajes, pero no tienen forma alguna, son solo líneas a lo largo de sus
brazos y en medio de estas hay unos
pequeños puntos más oscuros. Cuando me
acerco para poder observarlo mejor, me doy cuenta que no están dibujados, si no
que parecen hechos a fuego en su piel. El chico es raro, hay que admitirlo.
Se sienta en
uno de los sillones y abre el libro, éste tiene dibujado en la portada un cachorro
de lobo y un halcón.
-¿Sabes? Mi
madre siempre me leía este cuento cuando era pequeño, decía que en ellos
siempre se aprende una lección, solo hay que saber encontrarla. Que cuando
tuviera un problema, en ellos encontraría la respuesta.
Si antes estaba
echa un lío, ahora soy un total enredo. Aun así hay una cosa que no puedo
evitar preguntar.
-¿Y qué
lección tiene?
-Eso lo
tienes que descubrir tú.
Y después de
decir eso comienza a leer.
-Una loba
tuvo un cachorro, estaban en una temporada en la que la comida no abundaba. Así
que tenía que tener mucho cuidado con el cachorro, por qué sino, alguien se lo
cenaría.
-La loba
siempre estaba atenta a todo, vigilando por si algún enemigo aparecía.
-En quien
más confiaba era en su sombra, pero nunca se dio cuenta de que esta no era
exactamente como debería.
-Una noche,
un zorro apareció en su campo de visión y esta salió corriendo para espantarlo.
Así que dejó a su pequeño cachorro al cuidado de su sombra. Pero esa no era su
sombra, pues tu sombra te persigue allá donde vayas, esa era la sombra de un
halcón; que persiguió a la loba allá donde fue, haciéndola creer que era parte
de ella y que era de confiar.
-Cuando la
loba estuvo lo bastante lejos, el halcón tomó al cachorro del cuello y se lo
llevo.
-El zorro
resultó ser un caminante, que solo paseaba por allí.
-Jimena, a
veces tienes que confiar en la persona que crees tu enemigo, por qué puedes
estar equivocada.
Y lo peor de
todo es, que sé que tiene razón.
Lo que no
sabía Jimena, era, que esa historia se convertiría en su realidad. Y, viendo
Aitana que este cuento escondía más de lo que dejaba ver decidió ponerlo en
esta historia, junto con unos versos que dicen así:
Si en tu sombra
crees poder confiar,
por la espalda
te la puede clavar. sábado, 24 de enero de 2015
5) SOMBRAS EN LA NOCHE
No tengo ni idea de cómo reaccionar, simplemente me quedo
parada, quieta como una estatua, hasta que se da cuenta que hay otra presencia
en la habitación y se gira. En el momento en que sus ojos oscuros como la noche
se encuentran con los míos una descarga eléctrica recorre mi cuerpo, es
inexplicable, simplemente no puedo separar los ojos de esa mirada única y
peligrosa. Él parece reaccionar antes que yo, porque en un rápido movimiento ha
cerrado la puerta con llave y me ha tapado la boca.
Es él, el chico de la otra noche, el que me guiñó el ojo.
Ahora, bajo la luz de la lámpara de mi habitación puedo observarlo con
claridad. Tiene el pelo negro como el carbón y puedo notar como se le riza a la
altura de la nuca, sus ojos son de un azul muy oscuro, casi negro. Sus
facciones están bien definidas, como una perfecta escultura de mármol. Un aire
de misterio le rodea. Lleva ropa oscura como la otra vez; unos pantalones
vaqueros negros, junto con una camiseta y una chaqueta igual que los pantalones.
-Ni se te ocurra gritar.-Dice susurrando y se me eriza el
vello de la nuca.
Yo simplemente asiento despacio.
-Será mejor que salgamos fuera.
Me coge de la mano, es fría pero cálida a la vez. No sé
cómo explicarlo. Solo sé que no quiero que me suelte.
Se acerca a la ventana y la abre. El frío viento de la
noche me alborota el pelo. Saca una pierna por fuera y cuando va a sacar la
otra lo detengo.
-¿Qué haces? ¡Es un segundo piso!
Él simplemente se encoge de hombros y me levanta.
Ahogo un grito de exclamación y me agarro fuertemente a
su cuello. Huele como antes de llover y a algo que no consigo adivinar que es.
Pero en él es una mezcla fantástica. Me acerco disimuladamente más a su cuello.
Siento como su pecho briba al reírse y en tan solo un abrir y cerrar de ojos
estamos abajo. ¿Pero qué narices acaba de pasar?
Me deja cuidadosamente en el suelo y yo me estremezco al
notar el frío en mi piel.
El me indica con la cabeza que caminemos. Espero a que me
empiece a explicar que narices hace en mi habitación a las doce de la noche,
como ha entrado y lo más importante ¡de dónde demonios ha salido!
Pero nada, simplemente camina.
-¿Me vas a explicar de una puñetera vez que hacías en mi
habitación?
-Vaya, veo que eres impaciente.
Yo simplemente me quedo mirándolo y el suspira.
-Estaba buscando algo que me pertenece.
-¿Qué? Eso es imposible.
Él simplemente me manda una mirada para que me calle.
-Me callo.-Digo levantando las manos.
-El otro día en la biblioteca me dejé un libro, cuando
volví Cecilia me dijo que tú te lo habías llevado. Así que he venido a por él.
-Espera ¿Cómo sabes quién soy yo? ¿Y quién narices es
Cecilia?
El vaho que sale de mi boca al hablar se mezcla con la
brisa de la noche.
-¿Nunca te han dicho que las señoritas no dicen palabras
feas?-Dice mientras sonríe, y es la sonrisa más bonita que he visto en mi vida.
Rápidamente vuelvo a la realidad.
-No me cambies de tema.
Vuelve a sonreír y noto como una bandada de mariposas
hacen lucha libre en mi estómago.
-Cecilia es la
mujer mayor que había en la biblioteca.
No se me pasa por alto que ignora mi primera pregunta.
-¿Cómo has entrado a mi habitación?
-Por la ventana. Haces muchas preguntas.
Opto por hacer como él e ignoro su pregunta.
-¿Qué hacíais el otro día en el callejón tus amigos y
tú?-En el momento en el que termino de decir la última palabra noto como se
tensa.
-No deberías haber estado ahí. Los callejones no son un
lugar muy seguro ¿sabes?-Dice en un tono de burla.
-Bueno el caso es que estaba y que os vi.
Me agarra de la muñeca y me aprisiona contra la pared.
De pronto todo el frío desaparece.
-¿Se lo has contado a alguien?
Dice, está tan cerca que su aliento choca contra mi cara.
Mi cerebro va a toda velocidad y apenas puedo juntar dos palabras.
-¿Q-que? No… No he dicho nada.-Digo como puedo
-Bien.
Se separa lentamente de mí y puedo notar como corre el
viento en el lugar en el que antes estaba su cuerpo.
-No se lo puedes contar a nadie. Olvídate de lo que
ocurrió esa noche.
-¿Cómo quieres que me olvide? ¡Os vi coger una estrella
del cielo!
-Baja la voz, te pueden oír.-Dice con una mirada tan
intensa que me es casi imposible mirar para otro lado.
Intento con una nueva pregunta a ver si hay suerte.
-¿Por qué las palabras aparecen y desaparece?-Digo refiriéndome
al libro.
-¿Has visto palabras?-Dice asombrado.
-Cuando lo cogí en la biblioteca sí, pero en mi casa
estaba totalmente en blanco.
-¿Qué ponía?
-No lo sé, apenas lo vi.
-Jimena necesito que me digas que ponía.
-Te cuelas en mi habitación, rebuscas entre mis cosas,
sabes mi nombre y donde estuve ¿Y soy yo quien tiene que dar explicaciones?
-Te contaré todo, pero necesito saber que ponía en ese
libro.
-Por la página en la que lo abrí aparecía un texto, pero
no sé en qué idioma estaba escrito. Y debajo un dibujo, era muy extraño, como
una supernova.
Se queda callado durante un segundo, de pronto se da la
vuelta y comienza a caminar.
-¿A dónde vas?
-A tu habitación.- Dice mientras se encoge de hombros.
-¿Sabes? Yo prefiero la puerta.
-Allá tú.
Doy la vuelta para dirigirme a la entrada mientras veo
como desaparece entre las sombras. Cuando llego a la puerta miro debajo de una
maceta que hay a su lado y saco una llave. Mama siempre la guarda ahí por si se
la pierde o se olvida de ella. Cosa que sucede siempre.
Llego a mi habitación sin encontrarme con nadie, y doy
gracias por ello, ya que no sabría cómo explicar que esté a las tantas de la
noche fuera de casa.
Cuando voy a llamar a la puerta para que corra el cierre
esta se abre de golpe y me empuja dentro. Del mismo modo que antes cierra y se
tumba en mi cama.
-¡Claro que puedes tumbarte!-Digo con sarcasmo.
-Gracias.-Dice él de la misma forma.-Ahora el libro.
Sé que debería estar como loca por todo lo ocurrido con
él o mínimo tener miedo. Pero por alguna extraña razón no lo tengo. Me dirijo a
mi armario y saco el libro de un cajón.
-Aquí esta, pero vamos que no vas a encontrar nada.
Se queda pensando durante unos segundos, hasta que de
pronto dice:
-¿En qué estabas pensando?
-¿Eh?
-Cuando lo abriste en la biblioteca, ¿en qué pensabas?
-En nada... supongo.
Se levanta y se acerca a mí.
-A ver.-Dice con voz suave.-Necesito que pienses en
cualquier cosa por muy banal que sea. No en lo que tienes entre las manos y en
lo que puede tener escrito. ¿Vale?
-Vale.-Digo y me pongo a pensar en que habrá mañana de
comida. ¿En serio Jimena, comida? Me dice mi subconsciente. Pero ¿Qué quieres
que le haga? No encuentro nada mejor en lo que pensar. Mientras sigo con mi
discusión interna abro el libro sin darme cuenta. En el momento en el que este
se abre un montón de letras que no había visto en mi vida y dibujos increíbles
aparecen entre sus hojas color tierra.
-Vaya.- Es lo único que acierto a decir.
Él se acerca más para poder ver mejor y yo aguanto la
respiración. Intenta pasar la hoja, pero en el momento en que sus dedos tocan
la hoja la tinta se desvanece como si se tratara de agua. Rápidamente aleja su
mano y se la sujeta con la otra. Suelto el libro y este cae cerrado sobre la
alfombra de mi habitación.
-¡Mierda!-Exclama
-¿Estas bien? ¿Qué ha pasado?
Quito la mano con la que se tapa y veo como un pequeño
círculo rojo se va formando en las yemas de sus dedos.
Voy al baño a por
una pomada, se la extiendo en las quemaduras y noto como suspira.
-¿Te había pasado esto alguna vez?
Él simplemente niega.
-No, aunque tampoco había visto nunca tinta en esas
hojas.-Dice y me mira a los ojos.
-Escúchame Jimena, escóndelo, tengo que irme pero cuando
pueda volveré. No le hables a nadie de la existencia de ese libro y mucho menos
de lo ocurrido esta noche.
Se levanta de la cama y se acerca a la ventana, pero
antes de saltar se da la vuelta, me guiña un ojo y dice:
-Por cierto me llamo Alioth.
Y desaparece, en la oscuridad de la noche, como una
sombra más.
Y mi corazón va recobrando su ritmo habitual mientras me
preparo para intentar dormir.
Esa noche se cuela en mis sueños unos ojos del color de
la noche y una sonrisa misteriosa.
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